La presente disertación es parte de una serie de cinco ideas principales que he estado desarrollando en torno a la situación actual del mundo, la política, la sociedad y la condición particular de México y su contexto reciente en el marco de la construcción de un nuevo sentido común, comunitario solidario y democrático, y la aportación que el Obradorismo, la Cuarta Transformación y en específico el partido – movimiento MORENA, han aportado al mismo.
Partimos del entendimiento del mundo actual y la diversidad de formas en las que se interpreta o se delinea su concepción. Esta concepción, no es ajena al contexto de quien la desarrolla, no puede ser ajena, por más que se quiera a los tiempos de la posverdad, las fake News, la nueva retórica de la libertad y el impacto de la economía de las nuevas guerras mundiales.
Creo firmemente que el mundo actual atraviesa una crisis sistémica, total y absoluta. El mundo actual, para el conjunto de las ideas que presento hoy lo defino como el conjunto de condiciones societales, que incluyen los espectros económico, político, cultural y ambiental, y afirmo que este mundo actual, está en decadencia. Esto en sí, no es nada nuevo, se podría decir que es solo la consecuencia del proceso degradatorio del capitalismo, especialmente de su vertiente globalizadora y neoliberal.
1 Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública por la Facultad de Estudios Superiores Acatlán de la UNAM. Activista de izquierda. Trabaja en la CNDH.
Lo novedoso de la condición actual del mundo y sus actuales contradicciones son sin embargo, las distintas formas en que las mil cabezas de la hidra se transforman para no ceder, no soltar ni un milímetro el control de cada aspecto de la vida de cada una de las miles de millones de personas que convivimos en este tercer planeta, cada una de estas cabezas toma una forma regional, especifica, a veces parece inconexa, incluso a veces resulta tan quimérica que pareciera afrontar al resto de las cabezas, pero eso es un engaño, es solo un espejismo que a las mentes menos críticas, avisadas o atentas, les pueden engañar bajo la bandera del progresismo, bajo el engaño de querer borrar las desigualdades que permiten al sistema seguir explotando al hombre por el hombre, aunque con matices que hagan parecer que esta explotación no es tal sino es una aceptación de una realidad inevitable, permanente y que es imposible no solo combatir, sino peor aún transformar.
La crisis sistémica que vive el mundo tiene expresiones variadas e incluso a veces parecieran contradictorias entre sí, como si estuvieran inconexas, como si sus raíces pudieran ser distintas, incluso como si las alternativas para sortearlas fueran distintas y en distintos grados, estas alternativas estarían siendo efectivas para el cambio de condiciones preexistentes. Soy muy pesimista al respecto, las condiciones del mundo, del sistema que rige las relaciones sociales a partir del dominio político y económico, son hoy más duras, más rígidas, más complejas, más profundas y más difíciles de entender y por tanto de afrontar.
La articulación de los grupos de poder político y económico a nivel global no puede resultar casual. La resistencia global ante estos grupos si ha resultado en todo caso anecdótica, temporal y espacial. No es queja. Pero si una advertencia ante la euforia efervescente de que algunos, algunas regiones, algunos países, hemos ganado. La realidad, no hemos ganado un ápice. Mientras el 4% de la población concentre más del 60% de las riquezas del mundo, no hemos ganado nada.
Estos esfuerzos regionales y locales parecen tener fecha de caducidad. Dependen hoy día, solo del respaldo popular, en el mejor de los casos de la capacidad organizativa de la sociedad para vencer a los grupos de poder en las condiciones del juego impuestas, la democracia electoral occidental, y en el peor, de la férrea voluntad de saber que no se tiene nada mas que perder que la dignidad para enfrentar a palos y dientes al gran capital. Como si algo valiera más para el ser humano que defender que la propia dignidad, y como si algo valiera menos para el gran capital internacional.
Al decir que los esfuerzos populares regionales y locales solo dependen del respaldo popular no lo digo de manera peyorativa o disminuyendo esta importancia, no obstante en un mundo articulado por instituciones y condiciones que responden a las minorías rapaces pero de gran poder e influencia económica y política, el respaldo popular no es suficiente para lograr un nuevo modelo que rija las condiciones del mundo actual.
Por lo anterior, la construcción de un sentido común comunitario, solidario y democrático será el proceso que, a largo, muy largo plazo podrá ir construyendo y garantizando un nuevo espacio de organización política mundial, eso sí, basado en los movimientos locales y regionales y particularmente en los triunfos que la sociedad organizada vaya obteniendo.
Es por ello que la construcción de este horizonte es cuando menos, un proceso complejo. Construir nuevas instituciones y fórmulas de organización política y social con base en las preexistentes suena utópico, pero es la única alternativa real.
La complejidad que esto implica, es decir la de deconstruir con base en un sistema global adverso, no puede estar basada solo en los éxitos locales y sus experiencias de organización localista, aunque resulta evidente que es la base del trabajo de la construcción de una democracia global, la construcción del sentido común nacional popular es el primer paso para consolidación de una nueva forma de vivir la política. Entendiendo que este nuevo sentido común liberará de las cadenas de la alienación, el consumismo, el individualismo a las sociedades.
En México, esta construcción, este sentido común no tiene su origen en el triunfo del Obradorismo en 2018, esta es una incipiente y muy importante consecuencia de la construcción del sentido común y no a la inversa. Reducir la politización, la organización y la participación social a un actor, a un momento es uno de los principales errores que la derecha sistémica de México ha cometido (afortunadamente, pero no podemos apostar a que esto será eterno). Por el contrario, el Obradorismo se ha nutrido de las distintas, de las muy diversas luchas, denuncias, formas de organización y resistencia del pueblo que encontró en el Obradorismo, que, a través de la consolidación de MORENA como partido político dominante en el espectro político, ha venido a cambiar de manera, por el momento temporal, de la escena pública mexicana.
Finalmente, quiero destacar el papel de la “intelectualidad orgánica” en la difusión y transmisión de este nuevo sentido común. Desde mi opinión. La participación personal, en el espectro mediático, de las redes sociales, en el mainstream de la media, no abona, y por el contrario contamina, la generación de este nuevo sentido común. Una vez que la sociedad organizada, ha definido y decidido que su participación política se da en el marco de una contienda que implica una lucha en el ámbito de la competencia partidista, todo esfuerzo que no se haga en ese sentido es y será solo abono para la derecha. Asumir una posición política bien definida es parte de la construcción de este nuevo sentido común, con los errores de sus participantes, tanto en la base como en la vanguardia. Lo contrario, es solo una artimaña de las más viejas de querer personalizar la participación política para el beneficio propio y no el comunitario.