Introducción.
Existen muy altas expectativas respecto a lo que será el Segundo Piso de la 4T, pero no cabe duda de que uno de los aspectos medulares para que estas se cumplan tiene que ver con el fortalecimiento de la economía mediante la industrialización y el desarrollo tecnológico del país. Si el gobierno de Claudia Sheinbaum, como todo parece indicar, delinea y lleva a la práctica una clara y potente estrategia para reindustrializar y actualizar las capacidades del país en materia tecnológica con una manifiesta participación del Estado, elementos ambos que remiten al desarrollo de las fuerzas productivas y la base material de la sociedad, podremos decir que el barco va por buen camino. El tema de la soberanía pasa necesariamente por este aspecto, un país sin industria, por tanto, sin capacidad productiva, es por definición un país dependiente y de igual forma, un Estado sin un grado sustancial de participación y control en la economía siempre estará atenazado paradójicamente por las élites económicas y, por tanto, no se podrá hacer realidad la promesa de separar al poder político del económico y en consecuencia tampoco el anhelo de bienestar, justicia y dignidad para el pueblo. Al mismo tiempo, desplegar estas fuerzas es también desarrollarnos en materia tecnocientífica, de ahí que el concepto de soberanía este necesariamente ligado a la soberanía tecnológica. Evidentemente se trata de un proceso largo, y estamos en el momento perfecto para comenzar a andar ese camino.
Cierto es que en el sexenio recién terminado del Presidente López Obrador ya se sentaron algunas de estas bases con la construcción de grandes proyectos de infraestructura, principalmente con las redes ferroviarias en el sur-sureste y el Corredor Interoceánico como buque insignia en este respecto, recordando que además del tren para transporte de mercancías que cruza el Istmo Tehuantepec estaba ya prevista la instalación de al menos 10 parques industriales en las inmediaciones. Claudia, por su parte, ha recuperado todo esto, pero insertándolo en una estrategia más ambiciosa a la que ha nombrado Plan México.
En los próximos párrafos intentaremos ampliar el análisis en este tenor, destacando de manera lacónica los aspectos históricos que han limitado el despliegue de una industria nacional, y en segundo lugar esbozaremos y justificaremos de manera teórica la importancia que tiene el desarrollo de las fuerzas productivas, la tecnología y el rol protagónico que debe tener el Estado en todo ello.
2. Recuento histórico.
Una característica de los territorios colonizados, saqueados y sometidos, como es el caso nuestro, es que el proceso de industrialización siempre ha sido de inexistente a incipiente. Esto se debe fundamentalmente a la existencia de oligarquías locales entreguistas, la corrupción y falta de visión de los propios gobiernos y por otro lado al imperialismo ejercido por Estados Unidos1 que históricamente se ha encargado de impedirlo o ralentizarlo como parte de la defensa estratégica de sus intereses.
1 Cuando decimos Estados Unidos nos referimos a las élites capitalistas que dominan dicho país, y que actúan bajo una lógica neocolonial e imperialista, siendo esta una tendencia inmanente a la lógica expansiva de explotación y acumulación capitalista. 2 Cuando los Estados Unidos usan el postulado “América para los americanos”, entienden por “América” todo el continente, pero por “americanos” sólo a ellos mismos.
Sin entrar en detalles, vale la pena señalar que dichas intromisiones efectuadas como parte de la política exterior de Estados Unidos se remontan hasta principios del siglo XIX. La Doctrina Monroe elaborada en 1823, que reza “América para los americanos2” establece la necesidad del control del territorio americano por parte de Estados Unidos para la “defensa sus intereses” frente a las potencias europeas, y en su aplicación concreta esta tesis siempre ha resultado en una justificación perfecta para la dominación imperialista ejercida desde entonces. Sin ir tan atrás, simplemente durante todo el siglo XX, las reiteradas intervenciones en los países latinoamericanos, el derrocamiento de gobiernos nacionalistas, con tendencias socialistas, progresistas y/o simplemente aquellos no alineados a los intereses estadounidenses, así como la implantación y apoyo a brutales dictaduras militares, entre otros atropellos a la soberanía y dignidad de los pueblos, fueron siempre prácticas comunes para la defensa de tales “intereses”. En México la injerencia estadounidense durante el siglo XX siempre fue más sutil, pero no por ello menos efectiva.
Atendiendo a la intención de mantenernos en calidad de “colonias”, como naciones subdesarrolladas, dependientes, alineadas y subordinadas de manejar y explotar, uno de los elementos centrales de esa política estratégica siempre fue impedir la industrialización. En el caso concreto de México, hay una frase que define perfecto la situación, se trata de aquella expresada en su momento Zbigniew Brzezinski cuando fue Consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos a finales de los años 70 durante el mandato del Presidente Jimmy Carter, en la cual señaló “no queremos un Japón en nuestra frontera”, expresión representativa de la tendencia histórica que venimos comentando y que tiene sentido considerando que para ese momento la industria nipona se encontraba en pleno auge y representaba una peligrosa competencia para la industria y los intereses de las elites capitalistas norteamericanas.
En la época en la que Brzezinski emitió sus dichos, México venia de más de tres décadas de industrialización, por supuesto, aún incipiente, pero que marcaba una tendencia de cara al futuro. Durante el gobierno del General Cárdenas (1934-1940) se comenzó a delinear una política tendiente hacia la nacionalización y aprovechamiento los recursos naturales habidos en nuestro territorio, así como el desarrollo de infraestructura y modernización de las fuerzas productivas del país a partir de una Industrialización por Sustitución de Importaciones3, que más tarde se enmarcaría dentro del llamado modelo de Desarrollo Estabilizador. En líneas generales, la mira estaba puesta en pasar de una economía agrícola a una industrial comenzando por la producción de bienes de primera necesidad y paulatinamente ir evolucionando hasta lograr la sustitución en las importaciones de bienes de consumo duradero o intermedios, fortaleciendo con ello el mercado interno, permitiendo controlar la inflación y favoreciendo la estabilidad económica. En un periodo conocido como “El Milagro Mexicano” que va aproximadamente de 1950 a 1970 se lograron en buena medida tales propósitos, se consiguió diversificar la economía y un crecimiento sostenido del PIB en tasas promedio de 6% anual. Los objetivos de la estrategia, más allá del mero crecimiento económico, en teoría, residían en la consolidación de un Estado de bienestar que traería consigo el mejoramiento de la calidad de vida de la población, sobre todo de las clases trabajadoras, en el mismo tenor permitiría salir de la situación de subdesarrollo y dependencia, y favorecería la consolidación de la soberanía nacional.
Sin profundizar en la cuestión y dejando de lado las falencias y atrocidades encarnadas en el régimen político corrupto y autoritario priista, se trató de una época en muchos sentidos promisoria, en la cual se crearon muchas instituciones públicas de carácter social y empresas
3 Este modelo fue implementado, con sus particularidades, en la mayor parte de Latinoamérica y otras economías subdesarrolladas como parte de lógica Keynesiana para la construcción de Estados de Bienestar y en respuesta a la gran crisis económica acontecida a finales de la década de los 20’s conocida como “El Crack del 29 y la Gran Depresión”.
productivas de propiedad estatal, se ensanchó la clase media y se avanzó, o eso parecía, en la construcción de soberanía. Evidentemente la situación no era del agrado de un importante sector de las elites capitalistas que estaban en proceso de transnacionalización y de restructuración a nivel global del sistema capitalista, y poco después de haber Brzezinski lanzado su famosa frase, el neoliberalismo4 se impuso como ideología dominante en todo el mundo, y con él, lamentablemente, todos esos avances irían rápidamente en retroceso. Ya en plena época neoliberal, los gobiernos mexicanos se dedicaron a seguir una ruta inversa a la anteriormente descrita. Especialmente a partir del salinato y con la entrada en vigor del TLCAN, se consagraron a desmantelar lo que había de industria nacional en demerito del propio país y en favor de los intereses de una nueva oligarquía en formación, y sobre todo en favor de los sectores capitalistas transnacionales. Se privatizaron las empresas públicas y los recursos naturales, se precarizó el empleo y el salario, se abandonó la seguridad social, se destruyó el Estado de bienestar, en fin, las consecuencias desastrosas que todos conocemos. Además de la privatización antes mencionada, la restructuración neoliberal implicó pasar de una economía manufacturera en formación, a una economía casi exclusivamente extractiva y de maquila deteniendo así la promesa de una industria nacional. La maquila se limita a la fabricación parcial de productos, como la fabricas ensambladoras de automóviles, por ejemplo, la manufactura en cambio implica la elaboración de productos de principio a fin y ello supone el dominio de todo el proceso productivo. Por su parte, las economías extractivistas son aquellas que se dedican a la mera extracción y venta de materias primas en el mercado mundial, en palabras llanas, se trata de un esquema en el que los países poseedores de recursos naturales los explotan para luego venderlos sin aportarles ningún valor agregado, con ello, son despojados de sus recursos y además son dependientes de otros quienes si los transforman en otro tipo de bienes de consumo, a quienes se los tienen que comprar de vuelta.5 Dicha reconversión de la planta productiva llevada a cabo en los países del “tercer mundo”, fue esencial para la integración del modo de producción capitalista a escala global. Tal proceso de fragmentación de las capacidades productivas que los neoliberales vendieron como la panacea, lo
En pocas palabras, el neoliberalismo fue la justificación ideológica utilizada para la implantación del capitalismo salvaje a escala global. 5 El ejemplo típico en este sentido es el mencionado constantemente por López Obrador, vender petróleo y comprar gasolina, que sería lo equivalente a producir y vender naranjas y comprar a otros jugo de naranja.
que en realidad significó fue poner los recursos naturales y al trabajador convertido en mano de obra barata y precarizada al servicio del beneficio de las élites corporativas6. Finalmente, abandonar los esfuerzos de consolidar una industria nacional nos pusimos nuevamente en una posición de plena dependencia
A continuación, esbozaremos un breve análisis de la relevancia que tienen las condiciones materiales y las fuerzas productivas en las sociedades.
3. El sustento material de las sociedades.
Como se señaló al principio, la condición de posibilidad de soberanía y capacidad de autodeterminación de un país y su pueblo en cierta forma es proporcional al grado de desarrollo de sus fuerzas productivas ya que estas son quienes cristalizan la base material de la sociedad. Esta afirmación es clave y debemos entenderla en profundidad. Bien, entonces, ¿A qué nos referimos con esto? Para que una nación y su pueblo puedan tomar sus propias decisiones es fundamental contar con condiciones materiales que lo hagan posible, se trata de la condición primera dada la circunstancia de que somos seres vivos (materia viviente) y dependemos materialmente de nuestra capacidad de transformar la naturaleza para satisfacer nuestras necesidades y así poder vivir y reproducirnos como especie. En el caso de nuestro país, contamos con vastos recursos naturales (materias brutas) y población en nuestro territorio, sin embargo, en la mayoría de los casos no contamos con las fuerzas productivas para transformarlos en nuestro provecho, razón por la cual nos vemos obligados siempre a depender de quienes si tienen estas capacidades. Para transformar las materias brutas existentes en satisfactores o bienes que permitan la satisfacción de necesidades se requieren fuerzas productivas7 que a su vez se componen por trabajo, técnica y tecnología, que no son lo mismo. El trabajo es esencialmente la capacidad humana para transformar naturaleza y crear a partir de ella esos satisfactores (valores útiles), a lo cual añadimos instrumentos y herramientas que sirven como medios de producción, que es
6 Las élites corporativas son los miembros de la clase capitalista quienes son dueños de las grandes corporaciones globales. 7 Las fuerzas productivas refieren a la capacidad productiva de una sociedad o un país, que es una relación de proporción entre el producto que se obtiene y el tiempo de trabajo empleado, en este sentido se trata de una medida cuantitativa, pero también debemos tomarla como una cualitativa, entendiendo que la capacidad productiva implica no solo cuanto se puede fabricar, sino fundamentalmente qué se puede producir.
precisamente aquello a lo que llamamos tecnología aplicada al trabajo, y que por supuesto, todo este proceso de transformación de la naturaleza que se denomina proceso de producción, independientemente de su grado de complejidad, implica necesariamente una técnica, que no es otra cosa que un saber hacer, una serie de conocimientos y procedimientos que son imprescindibles para ser llevado a cabo. Además de las fuerzas productivas, tanto para la economía como para comprender la estructura de las sociedades en general, se debe tener en cuenta otro factor fundamental: las relaciones de producción, que no son otra cosa que la manera en la que se organiza el trabajo, la forma en que los seres humanos nos relacionamos para producir aquello que necesitamos, asimismo, estás relaciones están expresadas o definidas materialmente por la forma en la que en una sociedad concreta se da la propiedad de los medios de producción. En el capitalismo, por ejemplo, los medios de producción son privados, es la clase burguesa o capitalista quien los detenta y el proletario, al carecer de ellos y poseerse sólo a sí mismo, se ve en la necesidad de alquilar su tiempo y su fuerza de trabajo a cambio de un salario que representa únicamente una porción del valor total de aquello producido8. Este es un tipo de relación, por supuesto asimétrica e injusta, y que define en su esencia el modo de producción capitalista. Así, el conjunto que incluye a las fuerzas productivas y las relaciones de producción sintetiza lo que es la base tecnoeconómica o simplemente base o condiciones materiales de las sociedades, que en las teorías marxistas se le conoce como infraestructura. Y es precisamente tal base material la que se sitúa como precondición de la estructura social, así como de las posibilidades de desarrollo y de cambio social. Para ejemplificar lo anterior pensemos lo siguiente: las posibilidades de vida de las personas y las comunidades dependen de la base material existente. Que una comunidad tenga acceso al agua, no depende únicamente de la presencia de dicho recurso en un territorio determinado, sino de la capacidad de extraerlo, almacenarlo, distribuirlo, etc. Lo mismo sucede con cualquier otra cosa, la alimentación, la vivienda, la electrificación, la movilidad, la salud, la educación, etc., es decir, la satisfacción de las necesidades humanas está dada en principio en función de las capacidades materiales y productivas que una sociedad posee y en segundo lugar, una vez habiendo dicha condición, quién tendrá acceso a ello, cómo será distribuido, dependerá del grado de justicia e
8 Esa diferencia entre el valor producido y el pago recibido que representa la ganancia o beneficio del capitalista es lo que se conoce como plusvalor y que no es otra cosa que la apropiación del trabajo y del fruto del trabajo de la clase obrera por parte del capitalista.
igualdad existente en el modo de producción y en última instancia en cúmulo de condiciones que instituyen la estructura de la sociedad9. La conformación y talante del mundo actual se debe a la producción de tipo industrial, o, dicho de otra manera, las sociedades contemporáneas están cimentadas sobre la base del mundo industrial, de manera que no hay nación en la actualidad que pueda apartarse de esta dinámica. En épocas anteriores donde la economía predominante era de tipo agrícola, por ejemplo, las condiciones de vida, modos de organización, así como las propias aspiraciones de los pueblos estaban definidas por las posibilidades y el alcance de las condiciones materiales que encarnaba dicho modo de producción. No obstante, la modernidad atravesada por el industrialismo (y el capitalismo) ha generado necesidades y condiciones que le son propias y, por supuesto, no hay manera de dar marcha atrás a todo ello en un mundo globalizado e interdependiente, no hay forma de escapar ni de regresar al pasado, lo que sí es posible es asumir tal dinámica y mediante el uso de la potencia existente en ella, transformar las condiciones para materializar un nuevo futuro y en el mejor de los casos uno radicalmente diferente. Si bien la acumulación capitalista en las recientes décadas se ha apartado de la producción industrial para asentarse en la especulación financiera, la producción de riqueza real sigue y seguirá dependiendo de la transformación material, e incluso si aspiramos a un futuro postindustrial, el paso para lograrlo está en el desarrollo industrial. Para clarificar pongamos dos ejemplos que son plenamente representativos de esto que se comenta: Estados Unidos y China. Durante casi dos siglos el país norteamericano se dedicó a desarrollar sus fuerzas productivas, instaurando y ensanchando continuamente su industria, creando así una vasta infraestructura que los condujo a su cúspide y su calidad de potencia mundial y que permitió el mejoramiento de la calidad de vida de su población. A partir de la implantación del neoliberalismo y al pasar de una economía eminentemente industrial a una economía financierista sembraron las semillas de su propia decadencia10. En la medida en que su economía industrial fue perdiendo fuelle en favor del beneficio de las élites corporativas financieras, la calidad de vida de su población también fue en detrimento y si hoy aún mantienen su calidad de gran potencia mundial se debe al control mediático, militar y financiero que ejercen sobre la mayor parte del mundo.
9 El asunto es complejo ya que en la dinámica económica en una sociedad también entran en juego elementos de orden simbólico como las estructuras políticas e ideológicas y, en última instancia, el conjunto de los aspectos que forman una cultura, pero estas son también en múltiples formas interdependientes de las posibilidades materiales de una sociedad. 10 Como dato importante, de 1980 a la fecha, Estados Unidos ha perdido alrededor del 50% de su capacidad productiva
China, por el contrario, pasó, en un periodo de aproximadamente cuatro décadas, de ser una nación rural, dependiente de una economía agrícola, pobre y asolada por hambrunas constantes, a ser la fábrica del mundo, logrando con ello sacar a entre 800 y 900 millones de personas de la miseria y generando las condiciones materiales para no ser sometida nunca más, como sucedió durante el siglo XIX, nombrado por ellos mismos como el Siglo de la Humillación, por haber sido mancillada y postrada por las potencias coloniales europeas. La China actual puede jactarse de ser una nación soberana11 por la simple razón de que ellos son capaces de producir cualquier cosa y de haber creado una extensa infraestructura en su territorio que les permite afrontar y solventar sus necesidades internas y defenderse de amenazas externas, lo cual les faculta para conducir en gran medida su destino12. China, a diferencia de Estados Unidos se encuentra en una dinámica ascendente mientras que los segundos están en pleno declive, mientras unos se han dedicado a maximizar sus fuerzas productivas, los otros se han dedicado a destruirlas, y de igual forma, mientras unos se han consagrado a mejorar la calidad de vida de su población, los otros se han consagrado a empeorarla. Veamos ahora algunas coordenadas que han sido clave en la conformación de la China actual que nos serán de mucha utilidad si somos capaces de extrapolarlas a nuestra situación.
4. El caso China.
Cómo China logro desarrollar sus fuerzas productivas y su base material? Esta es una pregunta que debería ser motivo de interés y estudio amplio por parte de las izquierdas a nivel mundial y, desde luego, para todos aquellos que queremos contribuir con la 4T. En 1949 se consagró la revolución comunista en China y desde entonces se intentó emprender un camino para remodelar y renovar radicalmente al país. Las primeras décadas con Mao Tse-Tung al mando estuvieron marcadas por un proyecto de producción a gran escala y de industrialización acelerada conocido como el Gran Salto Hacia Adelante y por la Revolución Cultural que pretendía
11 No debemos confundir soberanía con autarquía. La primera se refiere a la autonomía de un Estado respecto a otros para tomar sus propias decisiones, la segunda, en cambio, refiere a la autosuficiencia, al bastarse a sí mismo, es decir, a un Estado-Nación, pueblo o comunidad que se basta con sus propios recursos sin necesidad de otros. En este sentido, ningún Estado en la actualidad, dentro un mundo globalizado e interdependiente, puede lograr una plena autarquía. 12 Indiscutiblemente se trata de un caso muy particular, dado que en todas las épocas y a lo largo de los siglos, exceptuando el mencionado siglo XIX, China siempre fue la gran potencia mundial, un país con un inmenso territorio y población, y una cultura milenaria predispuesta al sacrificio y el trabajo duro en benefic
eliminar los vestigios de pensamiento “precientífico” de la cultura china tradicional, propósitos que en términos generales resultaron en grandes fracasos al conducir a severas hambrunas y revueltas populares. Sin embargo, a partir de la muerte de Mao y con la llegada al poder de Deng Xiaoping en 1978, manteniendo la aspiración de desarrollar industrialmente al país, se emprendió una estrategia diferente. China históricamente y hasta la época de Mao se había caracterizado por mantenerse cerrada al mundo, con Deng, esa reticencia se invirtió y China se abrió. Ese momento es crucial, tal apertura no fue, como muchos “intelectuales procapitalistas” afirman, un abandono del socialismo para abrazar al capitalismo, sino más bien, una fina y cuidada estrategia para valerse del mercado en pos de la construcción del socialismo, doctrinariamente hablando, la intención nunca fue convertirse al capitalismo sino usarlo como plataforma para desarrollar la base material de su sociedad para dar paso a un régimen verdaderamente socialista. De manera general, la apertura comercial de China al mundo se ideo y se empleó para atraer capitales extranjeros como fuentes de inversión para el desarrollo de infraestructura y trasferencia tecnológica. Así, hubo una efectiva desregulación de múltiples procesos burocráticos y se ofrecieron facilidades e incentivos, desde fiscales hasta mano de obra barata, entre otros, a empresas extranjeras para situar sus plantas fabriles en China, pero con algunas condiciones esenciales, a saber: la propiedad de la tierra siempre estaría reservada para el Estado, el cual también debería tener una participación en las empresas y además la mano de obra china debería ser capacitada en todos los procesos de producción, en otras palabras, las empresas deberían comprometerse a compartir el llamado “know how”, esto es, lo conocimientos técnico-tecnológicos13. A las anteriores se sumaron como motor del desarrollo tecnoeconómico chino otras medidas como: la descolectivización de la agricultura, la organización del país en zonas económicas especiales junto cierto grado de descentralización estatal, cierto margen de apertura para la empresa privada y el impulso hacia la formación de cooperativas. Los regentes del Partido Comunista Chino (PCCh) tenían claro que, en el mediano y largo plazo, con estas disposiciones el
13 Estos conocimientos serían aprovechados por el Estado y puestos al servicio del desarrollo de las propias fuerzas productivas del país por medio de las universidades y centros de estudio en el marco de una educación bastante centrada en el despliegue técnico-tecnológico. Los centros educativos serían entonces los encargados de ir formando a una clase obrera cada vez más capacitada para ser absorbida tanto por las demandas del mercado nacional e internacional de mano de obra especializada, como también para la formación de ingenieros y especialistas en distintas áreas para sostener la proliferación y fortalecimiento de las empresas y sectores públicos de la economía.
país podría desarrollar ampliamente sus fuerzas productivas, su propia industria y tecnología, y con ello una sólida base material que los catapultaría hacia el futuro. A diferencia de los procesos neoliberales como el ya citado que aconteció en nuestro país, China no se convirtió en un país maquilador y mucho menos extractivista, sino fundamentalmente manufacturero. Así, la industria China comenzó fabricando cosas baratas y de baja calidad, pero con el paso del tiempo fue adquiriendo las competencias y la base tecnológica para la fabricación de bienes de alto valor. El objetivo desde el principio estaba puesto en disminuir al máximo las vulnerabilidades y dependencias del país con respecto a otros y recuperar su estatus de potencia y con él su autonomía. Como lo percibimos claramente hoy, todo se fabrica en China y cada vez más estamos inundados de sus productos e inversiones en todo el mundo, lo que prueba que China lejos de ser dependiente de las importaciones y subordinada a designios de fuera, se ha convertido en una potencia productiva y financiera, y un país soberano. Aquí entra un componente decisivo para comprender el desarrollo de la China moderna y su retorno a un estatus de gran potencial mundial: el papel del Estado.
. El papel del Estado en el desarrollo de las fuerzas productivas, la economía y el bienestar social
Continuando con la línea analítica, no fue el mercado sino el Estado el gran artífice de la prosperidad del gigante asiático14. Para explicarse cabalmente el éxito del modelo chino es esencial conocer el modo en que el Estado ha intervenido en la economía y el desarrollo de las fuerzas productivas. La clave reside primero en lo ya comentado, China se abrió a la economía global permitiendo la instalación de fábricas y empresas extranjeras, pero siempre manteniendo el Estado algún tipo de participación-regulación en ellas (garantizando injerencia, además de acceso a ganancias y beneficios) y negociando condiciones para la transferencia tecnológica, lo cual a su vez permitió al Estado financiar y desarrollar empresas propias, es decir, empresas públicas competitivas en todos los ramos. En el mismo tenor, el Estado se reservó a través de estas empresas
14 Decir que China es prospera no significa que no tenga contradicciones. En el país asiático la competencia social y en muchos casos, la explotación laboral, por poner un par de ejemplos, son brutales. También el costo medioambiental del desarrollo de sus fuerzas productivas ha sido muy grande (aunque ya están en proceso de revertirlo). Como todo, no deben idealizarse los procesos sociales e históricos, siempre existen problemas, pero lo importante a destacar tiene que ver con la efectividad del modelo en el cumplimiento paulatino de sus objetivos, es decir, su viabilidad en términos objetivos y concretos.
el control, si no total casi exclusivo, o cuando menos en un alto margen, de sectores estratégicos de la economía como la banca, las telecomunicaciones, la metalurgia, el petróleo, la energía, la agroindustria, la industria química, la construcción, etc. Por el otro lado se fomentó el esquema de empresas cooperativas, las cuales suelen tener también algún grado de participación del Estado. A esto se debe sumar otro elemento de vital importancia. En el sistema político chino, donde la autoridad suprema es el Comité Central del PCCh, la planificación económica se hace para periodos de quince años, por ello se les denomina “Planes Quinquenales”15. Gracias a ellos, el Estado puede establecer objetivos y metas a mediano y largo plazo para el desarrollo económico, puede determinar de manera estratégica la manera en que se desarrollará la infraestructura urbana, rural y productiva, los sectores que tendrán prioridad, etc., en síntesis, le otorga al Estado la posibilidad de determinar sesudamente los derroteros que seguirán el país y su población. Ahora, por supuesto, esto no sería factible con un Estado débil y sin recursos, ya que, desde luego, no tendría la capacidad ni material, ni financiera para invertir y llevar a cabo lo planificado. Además, sin esa fortaleza tendría fuertes oposiciones de los intereses privados nacionales y extranjeros a los cuales no sería capaz de alinear o constreñir. En otras palabras, el Estado no tendría una supremacía frente a esos intereses, no sería capaz de mantenerlos a raya y por consecuencia terminaría incluso siendo doblegado y cooptado por ellos. Por ello, en toda esta dinámica fue fundamental la participación del Estado en la economía desde un principio, el control de los sectores estratégicos y que se mantuvieran fuertes políticas regulatorias. También, al dividirse en zonas económicas especiales, no sólo se propiciaron facilidades para la instalación de empresas, sino un mayor control de la forma en que se desarrollaría y diversificarían las fuerzas productivas, con un desarrollo equilibrado en las diversas regiones del país y un aprovechamiento optimizado de los recursos naturales y humanos. Podrían comentarse en extenso muchos aspectos más que son constitutivos de la formación social y económica china, y aun a riesgo de extendernos a otro relativamente divergente respecto al tema
15 Esto es posible gracias al sistema político chino que a diferencia de las democracias liberales-burguesas, se estructura en torno a las asambleas populares como formas de democracia participativa y la meritocracia como forma de ascender en el escalafón de PCCh que es el único y legitimo representante del pueblo. Al no tener elecciones al estilo liberal, el gobierno encabezado por el PCCh no tiene por qué preocuparse de ganar votantes, ni de que la oposición asalte el poder y sus proyectos se vean truncados periódicamente. Todo ello sumado al control mediático otorga un clima de estabilidad política y amplio margen de maniobra. Naturalmente, en Occidente, que tenemos interiorizada la narrativa y la lógica liberal-burguesa, todo esto suena descabellado y comúnmente se le califica de dictadura, pero no debemos comer el error de juzgarlo en nuestros propios términos, debemos hacerlo en los de ellos y con base en la efectividad de su sistema para consumar los anhelos de su pueblo.
central del texto, hemos de reiterar uno de orden doctrinario que consideramos de suma relevancia. La formación socioeconómica china tiene una clara orientación socialista, expresado en sus propios términos, tal como lo establece la Constitución de la República Popular China, funcionan bajo un socialismo de mercado, que como se dijo párrafos atrás, consiste en poner el mercado al servicio del Estado y del pueblo, y no al revés como sucede en los países capitalistas, donde el mercado y sus dueños privados (la clase capitalista) rigen la sociedad. Y esto es posible, tal como se viene comentando, gracias al predominio del Estado. El socialismo tal como es concebido desde el marxismo, supone una fase de transición entre las estratificadas, desiguales e injustas sociedades capitalistas y el comunismo que se concibe como aquel escenario en donde las clases y la explotación del ser humano y la naturaleza han desaparecido dando lugar a la verdadera libertad y dignidad de la vida humana16. El socialismo en tanto fase intermedia, contiene elementos capitalistas, pero también ha iniciado un proceso de creación de instituciones postcapitalistas17, es decir, que marcan la pauta para una superación progresiva de las contradicciones e injusticias habidas en el capitalismo18. Sin embargo, esa superación tiene que partir necesariamente de lo que hay, de las condiciones históricas, materiales, sociales y culturales existentes, de manera que la superación del capitalismo pasa de cierta forma por el despliegue de las fuerzas contenidas en él y puestas al servicio de su propia superación19. Más allá de las críticas o comentarios que se puedan hacer al respecto de esta postura, está idea ha servido como una brújula para China y ha demostrado en la práctica su factibilidad para la
16 “En una primera fase de transición del modo de producción capitalista al comunista, el proletariado pone a su servicio al capital, mediante una suerte de “Capitalismo de Estado” que convierte a todo el pueblo en propietario privado de todos los bienes, recursos, materias primas y patrimonio que se encuentren en el Estado, y es privado, en tanto que priva a otros pueblos de otros Estados de ser dueños de lo mismo. Por lo que el socialismo en sus fases iniciales debe tener altas dosis de patriotismo y de defensa de la soberanía nacional. A partir de aquí la Dictadura del Proletariado debe ir imponiéndose sobre otras clases sociales con las que necesariamente tiene que colaborar en la construcción del socialismo y del comunismo, pero sin tolerar que le arrebaten su condición de clase dominante [hegemonía] en el Estado.” Marx, K. (1875). La Crítica del Programa de Gotha 17 El socialismo al ser un momento transitorio, no es enemigo ni del emprendimiento, ni de la propiedad privada en general, ya que las mismas empresas privadas serán necesarias para la construcción del socialismo y el comunismo finalmente. 18 Para el marxismo, en el socialismo se debe llegar al momento en el que “el plusvalor no sirva para enriquecer al capitalista, sino para subsumir esa riqueza al dominio político, económico, sociológico, cultural y tecnocientífico de la clase obrera elevada a la condición de clase nacional”. Marx, K. (1875). La Crítica del Programa de Gotha 19 A riesgo de parecer lineal, de igual forma, hoy muchos autores hablan de la necesidad de un mundo postindustrial, pero nuevamente, para lograrlo se tiene que construir una base material que permita su superación, y esa base sólo se puede construir usando las fuerzas productivas contenidas la forma de producción industrial.
construcción de una sociedad cada vez más avanzada (cuando menos materialmente). Como dijimos anteriormente, no es intención de este texto penetrar con mayor profundidad en la cuestión, lo que nos interesa es presentar un marco general que permita orientarnos y aprovechar, en este caso, el ejemplo chino para impulsar la 4T, no pensando en que ésta debe seguir el mismo camino, cosa que, aunque se quisiera no es posible ya que cada contexto es único, pero si encontrando paralelismos y elementos comunes y en ese tenor apropiarnos de experiencias y esquemas que han demostrado su validez empírica.
6. El factor tecnológico
Hasta ahora no se ha profundizado en el texto lo suficiente en el tema tecnológico y vale la pena reflexionar también brevemente sobre este respecto. Debe quedar claro que, en el mundo de hoy, donde las nuevas tecnologías dictan el derrotero de la humanidad, una nación sin tecnología es una que estará relegada no sólo a la dependencia perpetua, sino peor aún, a la insignificancia. La disputa por el poder y la soberanía en el mundo actual está marcada por el acceso y control de las nuevas tecnologías. En el tema de la comunicación, por ejemplo, donde se disputan el dominio ideológico y simbólico de la sociedad a través de las narrativas, las plataformas digitales y las redes sociales son las que marcan cada vez más la pauta. El Estado chino, nuevamente como ejemplo, es propietario directo o indirecto de la mayoría de las plataformas digitales permitidas en su país, es decir, además de un control sobre a qué plataformas tiene acceso la población, también regula el contenido que en ellas se exhibe, esto para garantizar que sean herramientas favorables para sus intereses, que, cuando menos en teoría, son los mismo que los de su población. En nuestro país, en cambio, no tenemos infraestructura20 digital propia, usamos plataformas ajenas, y esa es una gran vulnerabilidad, no sólo entregamos nuestra información a emporios privados que se enriquecen a costa de ello, sino que además no tenemos control alguno sobre el contenido y dinámicas colectivas que ahí se producen, y debemos entender que no se trata de plataformas inofensivas o innocuas, además de negocios privados, son medios que responden a una ingeniería de manipulación y condicionamiento psicosocial dictados por el conglomerado de intereses a los que responden sus
20 Esta infraestructura involucra servidores y todo tipo de hardware al mismo tiempo que toda la base de software en la que se sustentan tanto buscadores, como redes sociales y todo tipo de plataformas digitales.
dueños21. Evidentemente la línea entre un control totalitario de los medios de información y comunicación, y uno responsable para beneficio de la sociedad, son muy delgados, pero, en cualquier caso, se trata de un tema muy relevante para el devenir de la humanidad y, desde luego, para la soberanía de cualquier país. Por otro lado, campos de la alta tecnología que van desde el almacenamiento y aprovechamiento de las diversas fuentes de energía, la creación de nuevos materiales, la robótica y la automatización, la inteligencia artificial, la computación cuántica, la impresión 3D, la ciencia de los datos y la biotecnología, por mencionar algunas, están destinados a dar forma al futuro. La cuestión es que, una vez más salvo el caso de China que posee su propia alta tecnología, globalmente el control de la misma está en manos de unos cuantos y para beneficio de sus propios intereses. Son la clase capitalista transnacional y sus corporaciones las que deciden sobre ella, qué se investiga, qué se fabrica, quien tiene acceso a ella y con qué fin. Es la lógica del capital la que determina los fines del desarrollo tecnológico y eso es un grandísimo problema para la soberanía de los pueblos y el destino de la mayoría de la humanidad.22 Por otro lado, la industria militar no sólo ha sido siempre un motor del desarrollo tecnológico, sino que la tecnología militar en sí misma, significa la posibilidad de dominar o ser dominado, y en el menor de los casos una salvaguarda para no ser oprimido. Con esto no queremos decir que debemos estar a favor de ella, simplemente nos interesa resaltar su papel, Rusia, por ejemplo, no es una superpotencia económica, pero si militar y por eso hoy se sienta en la mesa con E.U. y China. Así, los diversos campos tecnológicos son parte sustancial para el desarrollo de la base material de la sociedad. Fuerzas productivas y tecnología como vimos, son parte de la misma ecuación, y por ello su desarrollo es crucial para la soberanía y autodeterminación de las naciones y los pueblos. En este sentido, tal como señala Alfredo Jalife, la T en la 4T debe ser de T de tecnología, hablar de soberanía es hablar de los medios que una sociedad tiene para definir su propio camino.
21 Invitamos al lector a profundizar en la cuestión investigando acerca de la llamada dopamina digital. 22 Esa idea de que la tecnología es neutral es simplemente falsa, todo medio o artilugio creado por el ser humano contiene en su propia esencia y forma una intención que lo determina, define la manera en que interactuaremos con él y a través de él.
7.. Separar al poder político del económico
Para ir concluyendo la reflexión hemos de abordar otro elemento que ya ha sido mencionado, pero ahora lo traeremos a la mesa para examinarlo más de cerca y que no queden huecos en nuestra comprensión. En el Plan Nacional de Desarrollo (PND) 2019-2024, aquel que guió la administración del Presidente López Obrador se establece lo siguiente:
El fin último del Estado es crear condiciones para que el pueblo construya su felicidad; el crecimiento económico y los incrementos en la productividad y la competitividad no tienen sentido como objetivos en sí mismos, sino como medios para lograr el bienestar de la población.
Asimismo, este documento enfatiza en sus principios rectores que “el mercado no sustituye al Estado: el Estado recuperará su fortaleza como garante de la soberanía”, algo que demuestra las similitudes del proyecto de la 4T con el de China y también la pertinencia del análisis que venimos realizando. El conjunto de estas ideas que encontramos en el PDN 2019-2024 hace alusión precisamente al mentado rol que debe tener el Estado como garante de la soberanía, la justicia, el bienestar y la felicidad del pueblo, esto es, un Estado que gobierne en beneficio del interés general de la sociedad. Para que eso suceda debe cumplirse la máxima obradorista y postulado de la 4T que predica la separación del poder político del económico. ¿Esto qué significa? La respuesta también está contenida en lo que se ha venido comentando, en el orden capitalista quienes mandan son la minoría de potentados dueños del mercado y de la economía: la clase capitalista y sus grandes corporaciones. Por su parte, los Estados, que son la institución que representa el poder político en las sociedades, se encuentran sometidos a los designios e intereses del mercado y sus amos, lo que en síntesis significa una relación de vasallaje donde el poder político está subordinado al económico. La idea de separar ambos poderes no es nueva y, además, en cierto sentido, son inseparables, la cuestión más bien tiene que ver entonces con qué intereses son los hegemónicos y, por tanto, bajo qué lógica opera el Estado, en otras palabras, como diría Aristóteles, quién gobierna, para qué gobierna y cómo gobierna. Son los amos del dinero (la clase capitalista que representa al poder económico) quienes gobiernan y usan al Estado como herramienta al servicio de su propio beneficio o es el pueblo, entendido como el bloque social de los oprimidos, quien gobierna. El Estado debemos entenderlo como una mediación entre intereses entre clases sociales, cuáles son los preponderantes en él. Entonces, si pensamos al Estado en las coordenadas obradoristas que señalan que “por el bien de todos, primero los pobres”, la separación del poder político del económico se debe entender más bien como la subordinación del poder económico al político que sirve al pueblo o lo que es lo mismo, la subordinación del capital al trabajo por mediación del Estado y no viceversa como sucede cotidianamente en el mundo capitalista. La única forma de que el Estado entonces pueda separarse del poder económico y dejar de supeditarse a él, y por el contrario disciplinarlo en beneficio de las mayorías trabajadoras es que él mismo tenga un gran poder económico. En eso consiste sencillamente la tesis central de todo este texto. A riesgo de ser reiterativos, es relevante comprender que en nuestro país se ha dado la histórica situación de que por primera vez en casi un siglo tenemos personas encabezando al gobierno con la intención de servir al pueblo, entonces, la lección es que para que eso sea sostenible a largo plazo, es decir, para que el gobierno se mantenga alineado con el pueblo de manera estable en el tiempo y que en conjunto puedan ser artífices de un nuevo y más justo orden social, se requiere indefectiblemente un Estado fuerte y robusto, capaz, como dijimos, de encarar y subordinar a las oligarquías a económicas. Para ello, insistimos, es fundamental que el Estado para ser soberano tenga en su poder amplias capacidades productivas y tecnológicas, y que se desarrolle una vasta infraestructura en el país que permita direccionar la economía hacia los fines antes expuestos. Por supuesto, la mejora de la calidad de vida material de la gente no es suficiente, ni lo único importante como se ha demostrado en los procesos progresistas en América Latina, pero si es una condición necesaria que debe ser acompañada de un profundo proceso de politización permanente. Este tándem es el que permitirá generar un nuevo orden hegemónico.
8.. Plan México
Según lo expuesto por el gobierno de Claudia, el plan tiene la misión desarrollar económica e industrialmente al país de manera equitativa, sustentable y priorizando el bienestar de todos los mexicanos. Para lograrlo se pondrá en marcha una renovada lógica de sustitución de importaciones, con empleos bien remunerados de manufactura y servicios, se alentará la inversión extranjera, así como la inversión nacional pública y privada a través de diversos mecanismos, asimismo, se buscará sacarle el mayor provecho posible a la relocalización de empresas, se priorizará incrementar la proveeduría local de más valor, y la promoción de polos de desarrollo y de bienestar a partir de vocaciones regionales. En la misma dirección, se contempla un estrecho vínculo con el sistema educativo como potenciador del plan, para ello se ampliará la cobertura de acceso a la educación media superior y superior, al tiempo de fortalecer el desarrollo científico, tecnológico y la innovación. Finalmente, también se ha hablado de la integración regional, punto muy importante para la conformación de un bloque latinoamericano de Estados fuertes. Sin entrar en mayores detalles, y aplaudiendo el parecido que tiene esto con el modelo chino, para cerrar comentaremos nuevamente que la clave estará en la inteligencia con la que se actué para sacarle el mayor provecho a cada una de estas condiciones, y fundamentalmente en el fortalecimiento del Estado a través de la creación de nuevas empresas públicas productivas y de servicios que potencien nuestras fuerzas productivas en favor de una economía para el bienestar de todos. Al parecer vamos en el camino correcto hacia una nueva industrialización de la cual penderá el futuro de nuestro país y de la 4T.