Soy Ernesto Issac Osorio Hernández, director del Proyecto bla, bla, bla y etcéteras, con el cuál he trabajado durante casi diez años de manera ininterrumpida sumando mi experiencia escénica de más de veinticinco años, mismo años que he tenido oportunidad de conocer y ser parte de programas sociales-culturales preocupados por la población en general, pero principalmente por las infancias, esto en todo el País. 

Por lo que me gustaría sumarme al diálogo a partir de lo que he tenido oportunidad de conocer del Programa de Fomento a la Lectura “Viajando en el Librobús en tu escuela y en tu comunidad”, programa donde actualmente me desarrollo como capacitador de estrategias pedagógicas desde el cuentacuentos de maestros desde nivel básico hasta universitario. 

Los siguientes apartados no son otra cosa que un énfasis a las estrategias ya echadas o andar o por comenzar dentro del aparato del FCE y que mi análisis es sólo en la CDMX, donde he tenido oportunidad de conocer diversos planteles académicos particulares y públicos que coinciden en las carencias a continuación señalados.

Para lograr que el impacto del programa Viajando en el Librobús en tu escuela y en tu comunidad del Fondo de Cultura Económica sea replicable, ágil y permanente en las alcaldías de la Ciudad de México, es fundamental diseñar un modelo operativo que descentralice las acciones y permita alcanzar un mayor número de comunidades con recursos optimizados. Este modelo debe enfocarse en la colaboración interinstitucional, el aprovechamiento de infraestructura existente y la formación de redes locales de promotores de la lectura, asegurando una presencia constante y significativa en las distintas demarcaciones. 

Descentralización y brigadas locales de promotores de lectura. 

Una de las principales estrategias para replicar el programa es la creación de brigadas locales de mediadores de lectura en cada una de las 16 alcaldías. Estas brigadas estarían integradas por mediadores capacitados que replicarían las actividades del Librobús, tales como cuentacuentos, talleres de escritura creativa, lecturas en voz alta y dinámicas de interacción con libros. Al operar en espacios comunitarios como casas de cultura, bibliotecas, parques y plazas públicas, estas brigadas reducirían la dependencia de un solo vehículo como el Librobús, permitiendo que las actividades lleguen de manera simultánea a distintas localidades. 

La descentralización también fomenta una mejor adaptación a las necesidades y particularidades de cada comunidad. Por ejemplo, las actividades podrían diseñarse tomando en cuenta las preferencias culturales y etarias de la población objetivo. En colonias con mayor presencia de niños y adolescentes, las dinámicas podrían centrarse en literatura infantil y juvenil, mientras que en zonas con alta población adulta mayor se podrían promover talleres de narrativa oral o de rescate de historias locales. 

Formación y capacitación de mediadores de manera constante y progresiva. 

Para garantizar la calidad y el impacto de las actividades, es esencial implementar un programa de capacitación intensiva para los mediadores de lectura. Este programa podría desarrollarse en colaboración con el Fondo de Cultura Económica, instituciones educativas locales y organizaciones civiles enfocadas en el fomento cultural. Los talleres de capacitación deberían incluir aspectos teóricos y prácticos, como estrategias de animación lectora, técnicas de narración oral, metodologías participativas y diseño de actividades inclusivas. 

Además, se podría incorporar un componente de mentoría, en el que mediadores con experiencia en el programa original guíen a los nuevos participantes. Este enfoque no solo aseguraría la transferencia de conocimiento, sino que también fortalecería la red de promotores de lectura, creando una comunidad de aprendizaje continuo. Asimismo, para facilitar la logística, la capacitación podría realizarse de manera híbrida, combinando sesiones presenciales con recursos digitales como tutoriales, manuales y seminarios en línea.

Infraestructura local y puntos de lectura itinerantes en espacios convencionales y no convencionales. 

Otro componente clave del modelo replicable es el aprovechamiento de la infraestructura comunitaria existente. Las casas de cultura, bibliotecas públicas, centros deportivos y otros espacios gestionados por las alcaldías podrían convertirse en sedes permanentes o temporales para las actividades de fomento a la lectura. Este enfoque no solo optimizaría recursos, sino que también fortalecería el uso de estos espacios como centros culturales dinámicos. 

Adicionalmente, se propone la creación de puntos de lectura itinerantes, que funcionen como "mini-librobuses" o módulos móviles de fomento a la lectura. Estos puntos podrían estar equipados con una selección de libros, material didáctico y mobiliario ligero para actividades al aire libre. Operados por las brigadas de mediadores, los puntos itinerantes podrían desplazarse entre colonias, garantizando una cobertura amplia y regular. 

Financiamiento y colaboración interinstitucional. 

La sostenibilidad financiera del programa puede asegurarse mediante alianzas estratégicas entre el Fondo de Cultura Económica, las alcaldías y el sector privado. Las alcaldías podrían destinar una parte de su presupuesto cultural a la operación de las brigadas locales y los puntos de lectura itinerantes, mientras que las empresas privadas podrían contribuir con donaciones en especie, financiamiento de materiales o patrocinios para actividades específicas. 

El modelo también podría beneficiarse de fondos públicos y subsidios federales destinados a la promoción cultural y educativa. Un ejemplo sería la gestión de recursos a través de convocatorias del Programa Nacional de Cultura Comunitaria, asegurando así el financiamiento de largo plazo. 

Evaluación constante y mejora continua

Para garantizar el éxito del programa replicado, es imprescindible implementar un sistema de monitoreo y evaluación constante. Este sistema debería medir indicadores clave como el número de participantes, la frecuencia de las actividades, la calidad percibida por los asistentes y los cambios en los hábitos de lectura de las comunidades intervenidas. 

En resumen, replicar el programa Viajando en el Librobús en tu escuela y en tu comunidad de manera ágil y permanente en las alcaldías de la Ciudad de México requiere un modelo descentralizado basado en brigadas locales, capacitación de mediadores, aprovechamiento de infraestructura, financiamiento colaborativo y un sistema de evaluación continuo. Este enfoque garantizará no solo la sostenibilidad del programa, sino también su impacto positivo en el fomento a la lectura en las comunidades más vulnerables de la capital