Ponencia elaborada por Edgar Saynes Enríquez, para la Mesa 4 del V Encuentro Nacional de la Unidad de las Izquierdas. 18 de enero del 2025. 

El término “izquierdas” sigue provocando muchas dudas respecto a qué es lo que lo define. Históricamente el concepto está vinculado a los actores políticos que priorizan las demandas de las clases y sectores populares que viven en condiciones paupérrimas o apenas suficiente para satisfacer sus necesidades, por encima de las demandas de los sectores no populares, constituidos por aquellos que viven en condiciones económicas holgadas y que sobradamente satisfacen no sólo sus necesidades primarias, sino también las de holganza y lujo. Siendo que las masas populares empobrecidas han constituido la gran mayoría de las sociedades, satisfacer sus necesidades implica luchar por transformar el estado de cosas reinantes en la sociedad, obligando con ello a impulsar reformas y transformaciones que permitan el progreso social más amplio en todos los sentidos: económico, social, político, cultural. En la medida en que se lucha por hacer progresar las condiciones de vida de las amplias mayorías del pueblo, podemos afirmar que la izquierda se caracteriza por una búsqueda progresista. En contraparte, la derecha históricamente ha desempeñado un papel defensor de los privilegios de las clases y sectores enriquecidos al apropiarse de la mayor parte de la riqueza social producida por las y los trabajadores que forman el pueblo. Para conseguir sus fines, la derecha busca mediante todas las formas posibles conservar el estado de cosas reinantes que permitan mantener y acrecentar los privilegios de quienes se han apropiado del poder económico y político, oponiéndose a todo aquello que conduzca al progreso de la mayoría de los pobres y desposeídos, de ahí que se les denomine conservadores. Así pues, podemos afirmar que la izquierda se distingue porque históricamente ha enarbolado demandas y luchas por mejoras que hagan progresar a las y los pueblos, eso le da el carácter de progresista. La derecha, por lo contrario, al oponerse históricamente a estas demandas de progreso y procurar conservar sus privilegios a costa del despojo de las clases populares, se caracteriza como conservadora. 

Esta descripción general, al revisarla en los hechos, adquiere formas y colores que las luchas de los pueblos por alcanzar su derecho a una vida digna han logrado exhibir, y que sus pensadores más lúcidos han logrado interpretar y expresar científicamente. Así, los conservadores en la etapa histórica del esclavismo, defendieron totalmente el derecho de los dueños de esclavos a poseer esclavos para su enriquecimiento y provecho personal; en la época feudal, hicieron hasta lo imposible para que los señores feudales siguieron teniendo siervos a su servicio y asegurar sus privilegios económicos y sociales. Lo mismo en el sistema económico actual, los conservadores recurren a todo - masacres humanas incluidas y recurrentes, destrucción del propio planeta, etc.- para mantener los privilegios de la clase capitalista dominante arrebatando a los pueblos la riqueza que generan con sus esfuerzos y su fuerza de trabajo. 

No obstante, la lucha de los pueblos por su progreso y liberación no cesa, se desarrolla de forma continua, variada y múltiple, de manera no uniforme y muchas veces retorcida, de acuerdo a vaivenes determinados por las condiciones económicas, sociales, políticas, y culturales que los seres humanos vamos heredando y modificando en nuestra propia vida, de forma tal que enfrentar la realidad para transformarla también responde a un comportamiento desigual, acorde a las circunstancias en las que estemos situados y en el grado de influencia que hayamos logrado en la conformación de dichas circunstancias. 

En nuestro país, las luchas del pueblo por mejorar sus condiciones de vida han derivado en constantes enfrentamientos contra quienes le han despojado de sus riquezas naturales y las riquezas producidas con su trabajo. Desde el momento en que los españoles invadieron e impusieron su dominio colonial a nuestros ancestros, y a pesar de las descomunales matanzas que practicaron a lo largo y ancho de lo que hoy es nuestro país, nuestros ancestros nunca dejaron de luchar por recuperar su libertad de vivir con soberanía y mejorar sus condiciones de vida, por progresar; y siempre los que defendían a los invasores eran los que exigían que el estado de cosas no cambiara, que siguiera, que se conservara, obviamente porque ellos mantenían el poder político y económico, y con ello, una vida de lujos y dispendios. Los pueblos indios y trabajadores que se rebelaban para mejorar sus condiciones de vida, luchaban para mejorar, para progresar. Los que defendían sus privilegios son los que se opusieron al movimiento independentista, los mismos que formaron el partido conservador en el periodo posterior a la independencia, que se opusieron a las reformas impulsadas por el movimiento juarista ya que restituía derechos que beneficiaban al pueblo en su lucha por progresar y vivir mejor. Asimismo defendieron al porfirismo y el huertismo en la Revolución de 1910-17, y lo han venido haciendo hasta nuestros días con sus herederos directos, el PRI y el PAN principalmente. 

Es reivindicando esta historia de lucha de los pueblos y las y los trabajadores por su derecho a vivir en paz y armonía, como la izquierda en nuestro país se constituye en una fuerza progresista, que lucha por el progreso del pueblo y enarbola sus demandas. En la etapa actual de nuestra historia, no podemos abstraer que la lucha por el progreso del pueblo trabajador se afinca, en primer lugar, en el combate al modelo neoliberal del sistema capitalista, ya que es a este modelo y a quienes lo han aplicado los que el pueblo identifica como el responsable y responsables directos de su empobrecimiento económico y de la vida política y social. Es claro que para los sectores de izquierda que nos reclamamos socialistas, el modelo neoliberal no es la causa medular de los obstáculos para alcanzar socialmente una vida digna y justa, libre de la pobreza económica y política, pero reclamarla como una tarea que pueda realizarse en lo inmediato es soñar sin tener los pies en la tierra. La causa del socialismo ha sufrido un terrible debilitamiento y descrédito después del derrumbe de los países del llamado socialismo real, y un consecuente debilitamiento de las organizaciones que reclamaban esta aspiración, e inclusive la desaparición de muchas de ellas. Sin embargo, la necesidad de superar el capitalismo como modo de producción que está arrasando con las condiciones de existencia del mismo planeta y de sus habitantes sigue vigente, no obstante que hoy no sea una aspiración consciente entre nuestro pueblo, sin embargo, la lucha por alcanzar este objetivo debe guiar nuestro programa y orientar nuestras actividades. 

En ese afán, la Unidad de las Izquierdas está en un proceso de acumulación de fuerzas que a la par le permita ir ganando influencia entre el pueblo trabajador y las y los ciudadanos honestos que buscamos una sociedad justa, igualitaria, democrática y participativa. Para ello debemos estar presentes en las diversas luchas que las y los trabajadores y el pueblo realicen para mejorar las condiciones de vida dignamente. No sólo en el aspecto económico, disputando a los grandes empresarios la riqueza socialmente producida para que ésta beneficie al pueblo trabajador en su conjunto, mejorando salarios, servicios de salud y vivienda, alimentos sanos, cuidado de la naturaleza y el medio ambiente, educativos, culturales, de recreación, sino también luchando por derechos políticos en los que la democracia no se reduzca al ejercicio y respeto del voto, que de suyo implica una lucha constante y tenaz, sino en una democracia participativa organizada que impulse el reconocimiento de los derechos igualitarios de las mujeres y de quienes tienen orientaciones y preferenciales sexuales distintas a las heterosexuales. La Unidad de las Izquierdas considera como un aspecto central de su lucha el impulsar la democracia participativa ya que el pueblo debe influir de manera directa en decisiones que tienen que ver consigo mismo, y a la par constituye una forma de incorporación y participación popular para vencer la indiferencia y la apatía política que es promovida constantemente por el partido de las y los conservadores ya que no les resulta favorable una sociedad informada, participativa y que va tomando su destino en sus propias manos. 

Derivado de esta reflexión, considero que el gobierno encabezado por la compañera Claudia Sheinbaum Pardo, como continuidad del exitoso gobierno de Obrador, nos permite a las fuerzas progresistas y socialistas avanzar en la lucha por mejorar las condiciones de vida de las y los trabajadores e ir generando una transformación del pensamiento del pueblo trabajador mexicano, en lo que se ha denominado revolución de las conciencias. Las condiciones políticas internacionales y nacionales, después de vivir la terrible pesadilla del saqueo descomunal de las riquezas  tanto naturales  como de las producidas con el trabajo del pueblo, así como la descomposición y debilitamiento superlativo de las organizaciones sindicales y campesinas, hacen que la recuperación del Estado como instrumento de regulación económica y redistribuidor de la riqueza social producida, procurando mejorar las condiciones de vida prioritariamente de la clase trabajadora más empobrecida sea una necesidad imperiosa. La ventaja para la izquierda es que este estado está encabezado por una dirección que está impulsando una política económica con un sentido popular pero que es consciente de las circunstancias económicas y políticas tanto nacionales, como internacionales en las que está actuando. Esto que se dice en unas cuantas líneas, es lo que la derecha conservadora PRIANISTA y sus aliados y patrones rechazan, porque esta política sí afecta sus intereses económicos y es lo que quieren conservar. 

Sin embargo, no toda la derecha conservadora es troglodita, también hay sectores que reconocen la nueva dirección de los vientos, y han decidido sumarse al movimiento transformador de la 4T, para desde ahí ganar posiciones e influir a su favor. También ellos estarían en un proceso de acumulación de fuerzas para recuperar los espacios de poder que la fuerza del pueblo encabezada por el movimiento de la 4T les arrebató. La izquierda consecuente debe estar atenta a ello y evitar que esta fuerza conservadora crezca dentro del proyecto trasformador de la 4T. Para lograr que se avance en el sentido popular de la transformación, la izquierda debe esforzarse por superar su debilidad, debilidad que le ha obligado a mantener un papel poco influyente en el proceso que estamos viviendo. Para superar esta debilidad debemos impulsar iniciativas que profundicen las acciones del gobierno  a favor de la clase trabajadora y del pueblo en general, y a la par agruparnos con todos los núcleos y destacamentos que nos reivindiquemos como izquierda y coincidamos en este propósito central de avanzar en la consolidación de un Estado que priorice la atención a las clases y sectores sociales más empobrecidos de nuestro país, y que impulse la necesaria organización del pueblo y de los trabajadores.

Es urgente y necesaria la unión y coordinación de todas las organizaciones que reivindicamos el pensamiento de izquierda para influir decididamente en el rumbo del proceso de transformación emprendida por la 4T, esta unidad debe ir de lo sencillo a lo más complejo, anteponiendo los puntos de coincidencia por encima de cualquier diferencia, y buscando siempre el consenso para la toma de decisiones. Por ello, en este V Encuentro debemos resolver un acuerdo que impulse la construcción de un Frente Nacional Representativo de las Izquierdas que participe en el proceso iniciado por el movimiento por la Cuarta Transformación, diseñando una agenda propia que fortalezca la orientación popular de la política económica y social del presente gobierno, en la perspectiva de ir edificando un gran bloque social capaz de incidir en la construcción de una futura transformación que elimine la desigualdad económica y social, y construya una sociedad humanista en la que la prioridad sea la felicidad digna de todos los seres humanos, en la que todas y todos tengamos las mismas oportunidades de desarrollo, de alimentación, estudio, trabajo, acceso a la salud, cultura, participación, tolerancia y un entorno sano, respetuoso y equilibrado con el medio ambiente natural y social.