MORENA es un partido joven y electoralmente exitoso, que a partir de las elecciones del año 2015 ha tenido un gran crecimiento cuantitativo, tanto en el número de sus militantes como en los cargos que en el poder ejecutivo y legislativo ha ganado, tanto a nivel federal como en los estados, y en el número de ayuntamientos municipales que actualmente gobierna.
Su crecimiento y eficacia electoral en el año 2018, que permitió al Lic. Andrés Manuel López Obrador convertirse en el presidente de México, se explica, entre otras cosas, por 4 grandes factores:
1. por el liderazgo y carisma del Lic. Andrés Manuel López Obrador, por su persistencia y constancia en el escenario político que le permitió visitar cada uno de los municipios de nuestra patria y varias ciudades de los Estados Unidos de Norteamérica, impulsando un Proyecto Alternativo de Nación que centralmente proclamaba el combate a la corrupción y a la impunidad, el rescate y fortalecimiento de la soberanía nacional, así como una política social orientada a favorecer a los grupos más vulnerables , con el lema “Por el bien de todos, primero los pobres”.
2. Por el hartazgo de la mayoría de la sociedad mexicana, debido a la enorme y generalizada corrupción de los gobernantes del PRI y del PAN, y por la persistente aplicación de medidas económicas y políticas neoliberales que desmantelaron al Estado y precarizaron las condiciones de vida del pueblo.
3.- Por una alianza con diversos partidos y actores políticos que habían sido desplazados del poder por la nueva clase política de tecnócratas neoliberales, alianza anunciada con la estrategia de la “República Amorosa”, contenida en el denominado “Acuerdo Político de Unidad por la Prosperidad del Pueblo y el Renacimiento de México”, y
4.- Por la suma del movimiento social y de sus múltiples organizaciones: campesinas, obreras, urbano-populares, indígenas, feministas, sindicales, estudiantiles, de líderes históricos, de intelectuales y artistas de izquierda y progresistas, al “Acuerdo por la Transformación del Pueblo de México.”
Ahora bien, si MORENA, no obstante sus muy conocidas contradicciones internas y confrontaciones por el control del poder, que lo han llevado a situaciones extremas por la vía de la judicialización y de la intervención e imposición del Estado, ha superado esto y se ha convertido en una maquinaria electoral que ha hecho posible el triunfo en dos campañas presidenciales, que ha ganado la mayoría de las legislaturas, gubernaturas y presidencias municipales, que hizo posible el triunfo histórico de Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer en ejercer el máximo cargo ejecutivo de la nación; que ha posibilitado la construcción legislativa de mayorías calificadas para reformar la Constitución General de la República en forma tan importante y trascendente, debilitando a la oligarquía extranjera y mexicana, y a los políticos conservadores; si MORENA ha sido el instrumento para ganar gobiernos que han instrumentado políticas que, en lo general, han mejorado las condiciones de vida de la mayoría del pueblo y han fortalecido nuestra soberanía nacional a partir de atacar aspectos del neoliberalismo depredador, ejerciendo un gobierno austero y patriota …¿Por qué existe una crítica cada vez más abierta y creciente contra las acciones de sus dirigentes? ¿Por qué se dice que MORENA es o se conduce como el nuevo PRI?
Como todo intento de explicación, hay que remontarse a los orígenes. En este caso hay que mencionar que MORENA tiene su génesis histórica en el obradorismo, en el movimiento que se fue configurando alrededor del líder-caudillo durante su prolongado caminar hacia la presidencia de la república; movimiento que iba más allá de los partidos políticos que postulaban al líder moral y en cuya base movimientista se encontraba la esperanza de que la situación del país cambiara, pero no sólo, pues también se luchaba por demandas concretas y de atención inmediata de los diferentes sectores y personas, las cuales eran retomadas por el movimiento en sus diversas instancias dándoles cauce, apoyo, incidiendo en su atención y solución.
En relación al punto anterior, una vez que MORENA se institucionaliza como partido, va dejando de ser movimiento, va soltando las demandas específicas del pueblo, del movimiento social, para convertirse en portavoz de las políticas públicas instrumentadas desde el gobierno; se vuelve cada vez más un partido ganador de elecciones y menos un representante y gestor de las demandas de militantes, simpatizantes y de las organizaciones, lo que ha generado desencanto y alejamiento de las bases.
En un amplio porcentaje de la militancia de MORENA existe indignación porque el Partido ha atraído cooptado y cobijado a personajes de cuestionada reputación política e incluso a gente francamente impresentable y no sólo los ha admitido como militantes, sino que los ha hecho candidatos, gobernantes y aún más, integrantes de las dirigencias estatales y de sus Consejos Políticos, desplazando a simpatizantes, militantes y fundadores del partido, provocando desaliento, desmoralización y configuración de grupos disidentes, que van más allá de quienes se aglutinan en la Convención Nacional Morenista.
Lo anterior ha sido posible porque los Estatutos del Partido son centralistas y no existen instancias de deliberación de los temas que integran la agenda de MORENA; los dirigentes actúan gerencialmente, monopolizan y toman decisiones en forma elitista, particularmente en lo que se refiere a la selección o designación de candidaturas, pues la norma estatutaria está diseñada para que sea la Comisión de Elecciones a nivel nacional la que decida todo, excepto elegir a los Comités y Consejos Estatales, pero incluso estas instancias de poder han sido acotadas en su ejercicio mediante el nombramiento de Delegados Políticos designados desde el Centro con amplias facultades en la toma de decisiones.
Mención especial merecen las candidaturas plurinominales, en cuya selección se abrió la posibilidad de incorporar por la vía de la tómbola a muchos militantes de base de MORENA, sobre todo en los tres primeros procesos electorales, mientras que en el correspondiente al año 2024, se guillotinó el acceso de militantes de base, al reservar el Comité Nacional los mejores espacios para otorgarlos discrecionalmente.
Por su importancia, no puede dejar de mencionarse que, previo a las elecciones de 2024 y con el objetivo de tener un Congreso Nacional a modo, las elecciones a Consejeros Estatales y los relevos de Comités Estatales se pusieron en manos de los gobernadores surgidos de la Coalición encabezada por MORENA, quienes realizaron operaciones políticas desaseadas y antidemocráticas con las que obtuvieron resultados favorables para cumplir la encomienda y pusieron bajo su control los órganos del partido, menoscabando la confianza de las bases y elevando el nivel de malestar político y de indignación, sólo mitigada por los aproximadamente 36 millones de votantes a favor de la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, pero quedando abiertas las heridas en la militancia en un contexto de frágil acuerdo político entre quienes disputaron internamente la candidatura de MORENA a la presidencia de la república y en un ambiente de confrontación intensa entre el gobierno emanado de la 4T y los conservadores, de cara a la modificación de nuestra Carta Magna mediante reformas constitucionales.
Conforme a lo expuesto, puede afirmarse que se ha configurado una masa crítica dentro y fuera del Partido que manifiesta cada más abiertamente su malestar con algunas de sus prácticas políticas, sin dejar de votar por él o por la coalición que ha conformado con el PT-PVEM y el PES, porque identifica a MORENA como el principal instrumento político de la 4T y más bien lo que se plantea esa masa crítica es rescatar al Partido, restaurarlo, recuperarlo, democratizarlo.
Ante la paradoja que representa formar parte de un Partido que es electoralmente exitoso para alcanzar los fines electorales y de política de gobierno de la 4T, y como militante o simpatizante no estar de acuerdo en buena parte de sus prácticas políticas ¿Qué hacer?
Para intentar comprender esta contradicción habrá que decir que en todo proceso de lucha se establecen objetivos o propósitos generales, esenciales, de largo alcance para cuya consecución se requiere diseñar la estrategia general o las líneas estratégicas que junto con un arsenal de tácticas nos van llevando a conseguir nuestros grandes fines como proyecto; en este caso, como proyecto nacional de la 4T. Entre otros fines podemos mencionar algunos que han generado consenso, tales como: Ganar y mantener el poder ejecutivo de la nación así como la mayoría en el poder legislativo para instrumentar la transformación del país; implementar acciones para separar el poder económico del poder político; generar programas sociales para apoyar a los sectores vulnerables; recuperar la rectoría del estado en materia energética y alimentaria; desmantelar legislativamente las reformas estructurales del periodo neoliberal; implementar acciones fiscales para obligar a pagar impuestos a los grandes empresarios; lograr la aprobación de un presupuesto suficiente para asegurar los programas sociales y la ejecución de las grandes y emblemáticas obras del obradorismo; ganar ampliamente las elecciones tanto a nivel federal como en los estados para garantizar la obtención o construcción mediante alianzas legislativas de mayorías calificadas, que permitan llevar a cabo reformas constitucionales a favor de la nación y del pueblo, así como democratizar el Poder Judicial para que actúe con sentido de justicia y patriotismo.
Una reflexión profunda y objetiva de lo que se requería para lograr todo esto y en consecuencia, qué tipo de partido político se necesitaba para impulsar estas transformaciones de la vida pública de México, nos puede llevar a considerar, entre otras cosas y a manera de interrogantes, lo siguiente:
PRIMERO.- ¿Se podía desde sus inicios y más allá de las narrativas, contar con un partido democrático en su vida interna con un líder-caudillo, carismático, tan respetado, admirado y querido como Andrés Manuel?
SEGUNDO.- ¿Se podía garantizar en el 2018 el triunfo de Andrés Manuel sin establecer Alianzas electorales? ¿Se podía evitar que en esas alianzas se incluyeran aliados indeseables ideológicamente? ¿Era políticamente acertado o preferible no hacer las alianzas para prescindir de políticos indeseables sin poner en riesgo el triunfo del 2018?
TERCERO.- Una vez ganadas las elecciones de 2018 se llevaron a cabo algunas reformas constitucionales negociadas y acordadas con los partidos de oposición, pero no fue posible avanzar en reformas de mayor calado porque se opusieron los legisladores del PAN-PRI-PRD-MC, lo que no dejó más alternativa que aprobar leyes secundarias con mayorías simples, las cuales fueron desechadas por la Suprema Corte de Justicia, ante esto se impulsó el Plan “C” para las elecciones del 2024 que tuvo una eficacia electoral de aproximadamente 36 millones de votos a favor de la 4T y de las Reformas Constitucionales ¿Se habría podido lograr esto sin una política de alianzas lo más amplia posible? ¿Se habría podido construir la mayoría calificada para aprobar las Reformas Constitucionales que ahora tenemos, incluida la Reforma Judicial, sin contar con los votos de personajes ideológicamente indeseables, pero políticamente necesarios?
Seguramente las respuestas van a diferir y serán polémicas y contradictorias, pero sin tomar en cuenta estos tópicos, no podríamos comprender que MORENA fue caminando en una línea de flexibilidad política para adaptarse a las circunstancias y avanzar en los objetivos estratégicos, aunque al hacerlo, más allá de los grotescos excesos y abusos en que incurrió la dirigencia, necesariamente generaría un clima de malestar e indignación en la base, que sin haber recibido una explicación o justificación política aceptable, veía como se vulneraban principios ideológicos y políticos desde su perspectiva de pureza del movimiento de regeneración, creándose un clima de irritación, inconformidades y disidencia interna, fundadas en la exclusión de gran parte de la militancia, aunque no de toda, pues hay compañer@s de izquierda en las diversas instancias de gobierno y del Partido que han podido acceder a esos espacios por diversas circunstancias políticas que valdría la pena analizar.
MORENA, más que un Partido en el gobierno, se ha desempeñado como un partido del gobierno, como una correa de transmisión y de ejecución del poder, como una eficaz maquinaria electoral con muy poca incidencia en la gran toma de decisiones del Estado y cada vez más alejado de la militancia, configurándose poco a poco y de manera temprana una burocracia partidaria y gubernamental, cuyos integrantes se van haciendo la idea de que son indispensables en el ejercicio del poder y no se imaginan fuera de él; más bien hacen todo lo posible por perpetuarse y formar parte de esas nuevas élites que lo admitan o no, se han venido aglutinando en nuevos grupos políticos que actúan en función de sus propios intereses. Todo esto no invalida la contribución del Partido al logro de los objetivos estratégicos del proceso de la 4ª. Transformación, pero sí lleva a la reflexión crítica, desde las bases, desde la izquierda, acerca del PARTIDO QUE NECESITAMOS.
MORENA requiere actuar con sensibilidad e inteligencia para determinar el grado de flexibilidad política justamente necesaria para el logro de los objetivos estratégicos de la 4T, sin prebendas para los aliados, sin excesos y sin abusos de parte de los dirigentes del Partido.
MORENA requiere actuar democráticamente, reformar sus estatutos para que la toma de decisiones, sobre en todo en materia de elección de candidatos a puestos de elección popular y funcionarios de gobierno en sus tres niveles, emanen de decisiones en las instancias partidarias estatales y municipales, tomando en cuenta las propuestas de las bases, con criterios éticos y con el acompañamiento de las instancias nacionales.
MORENA necesita abandonar la línea vertical y gerencial de conducción del partido, retomando el carácter de partido-movimiento, democratizando sus instancias y los procedimientos, horizontalizándolos para profundizar la democracia representativa y abrir mecanismos de democracia participativa que se combinen dialécticamente en espacios de deliberación, de toma de acuerdos, de difusión y agitación de las agendas de gobierno y del Partido.
MORENA debe ser un Partido en el gobierno y no sólo del gobierno por lo que debe existir una agenda gobierno-partido, de diálogo y construcción de acuerdos de manera permanente; sin dejar de producir crítica interna a las acciones gubernamentales y de autocrítica en MORENA.
MORENA nació arropada por el movimiento social y debe volver a él, mantener una relación respetuosa, dialogante y de colaboración; retomar las demandas populares y servir de cauce ante las instancias gubernamentales, procurando que esas demandas sean atendidas y gestionadas sin burocratismos, así como generar espacios de comunicación y de acción conjunta y permanente con las organizaciones que les representan.
MORENA debe promover la construcción de sujetos colectivos en los territorios desde procesos formativos que no pongan el centro sólo en lo académico, sino en agendas populares, desde cuya dinámica se busque explicación teórica de lo que acontece y por qué acontece, de sus causas; una formación que revolucione las conciencias desde la práctica social y construya una cultura de la transformación con sentido social.
MORENA debe promover e implementar acciones de democracia participativa, de trasparencia y rendición de cuentas en forma efectiva, impulsando la revocación del mandato en los gobiernos estatales y municipales.
MORENA debe abandonar la actitud patrimonialista que ha caracterizado a las dirigencias del Partido, pues esta manera de actuar provoca exclusión, incentiva la confrontación y no abona a la unidad política. Sus dirigentes deben tener siempre presente que el Partido es de todos.
MORENA debe abandonar la línea vertical del ejercicio del poder y comprender que el poder verdadero emana del pueblo, de las bases y que el gerencialismo vertical destruye la confianza de la militancia hacia los órganos y dirigentes del Partido, conduciendo inevitablemente a la erosión de sus fortalezas.
MORENA debe promover la llegada a la dirigencia del Partido, de líderes auténticos y comprometidos con las causas del pueblo y de la 4T, para que no se reiteren las conductas prepotentes y soberbias de quienes ostentan el poder partidario, mediante ejercicios de elección democráticos que se alejen de las nocivas prácticas que en los últimos procesos de elección se han instrumentado.
NECESITAMOS UN PARTIDO que haga honor a su nombre y que cumpla efectivamente con sus principios, que sea un auténtico Partido-Movimiento y no sólo una poderosa maquinaria electoral, pues si no cimentamos a MORENA desde el NO ROBAR, NO MENTIR Y NO TRAICIONAR AL PUEBLO, si no practicamos una democracia interna representativa y participativa, acompañada de procesos de formación política-ideológica populares, nuestro gigante podría ser el muy conocido gigante con pies de barro; hagamos de MORENA un Partido más cercano a la militancia, democrático; hagamos de MORENA un Movimiento que se nutra de las bases y de sus demandas más sentidas para seguir profundizando la 4ª. Transformación de la vida pública de México.
TUXTLA GUTIÉRREZ, CHIAPAS. ENERO 18 DEL AÑO 2025.
PONENCIA PRESENTADA POR EL COMITÉ COORDINADOR ESTATAL DE LA UNIDAD DE LAS IZQUIERDAS DE CHIAPAS, CON EL RESPALDO AMPLIAMENTE MAYORITARIO DE LA MILITANCIA.
RESPONSABLE: RENÉ RODRÍGUEZ HIDALGO. COORDINADOR ESTATAL.